02 agosto 2006

La incómoda (imprescindible) frontera

Ramon Canet - Casal Solleric

Con motivo de una retrospectiva celebrada en el mismo Casal Solleric en 1992 (Vint anys d’abstracció), y a propósito del concepto apollineriano de “combate fronterizo” como tarea y destino que definen al artista, Josep Melià concluía que Ramon Canet (Palma, 1950) “parece moverse ahí con una comodidad total”. Sin ánimo de contradecir al autor de un hermoso texto sobre Canet, lo niego con rotundidad y simpatía: Melià reconoce con esta frase la maestría evidentemente alcanzada por el pintor, pero la palabra “comodidad” resulta de alguna forma inapropiada para expresar la actitud de un artista que en cada pincelada confiesa el fecundo sufrimiento inherente al creador o a quien da vida. Si algo transmite la obra de un Canet ciertamente instalado en la frontera es esfuerzo investigador, concentración, conciencia, rigor.

Es difícil imaginar una obra que conjugue con mayor perfección la independencia con respecto a referentes ajenos al propio universo del autor y la sensación siempre presente de que ningún elemento quedó abandonado al descuido. Por ello hablamos de rigor, de seriedad cuando analizamos la obra (el universo, dice bien Carlos Fuentes) de Canet. Entramados más o menos geométricos aparecen como surgidos de la nada, pero delatan un proceso creador muy consciente de cada paso, aun sin que la sucesión de esos pasos esté predeterminada. Como si la creacion fuese una superposición de actuaciones técnicas muy avezadas sobre el flujo magmático de lo alcanzado previamente; también como si entre obra y obra no existiese solución de continuidad, sino un continuum de experiencia sobre la materia y unas formas no deliberadas, sino halladas mediante experta, orientada búsqueda.

La vinílica sobre el papel y la tela logra resultados densos y cumplidos; la ejecución brillante hace cuajar obras que producen en el espectador un fuerte impacto inmediato y, con más detenimiento, ecos infinitos en un inmenso espacio abierto a la reflexión. El laborioso Canet juega con gran ventaja con los planos visuales, que a veces se confunden en imágenes donde el contraste cromático es fuerte protagonista, pero otras se estructuran en una suerte de gradación de cuerpos y veladuras superpuestas que nos descubren el movimiento de la forma y su potencia sugeridora al margen de lo referencial. Última Hora.

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